Una de las épocas más hermosas de nuestra vida, es la infancia. Cuando somos niños, nos enfrentamos al mundo como exploradores, abiertos a conocer y probarlo todo. A través del juego, observamos, aprendemos, imitamos, reímos, creamos y nos emocionamos.
La música como un espacio de encuentro, de comunicación y de crecimiento.
La música como un momento de contacto, de amor y de expansión.
El trabajo de estimulación sensorial y musical en la infancia resulta muy enriquecedor. La flexibilidad y permeabilidad de los niños, les permite adquirir una mayor sensibilidad en las relaciones con ellos mismos y su entorno. En este sentido la música puede favorecer al niño a consolidarse como el ser holístico y creador que es.


